Desde que vi el corto de Andreia Dobrota, Vaginas, no he podido evitar mencionarlo en más de una conversación con mis amigas.
La sencillez de Vaginas y su narrativa puramente visual consiguen que su mensaje se transmita de forma clara y contundente.
La sucesión de imágenes de vulvas sobre fondos de colores llamativos, es una oda a la diversidad porque precisamente, hay tantas vulvas como colores.
Tengo la suerte de conocer a mujeres muy inteligentes. Mujeres de distintas edades, orientación sexual, profesión y creencia. Mujeres de orígenes dispares que son nómadas, madres, valientes, divertidas, aventureras, solteras, generosas…Todas en algún momento han juzgado su cuerpo.
“Estoy muy pálida”, “tengo una nariz gigante”, “esto me quedaría mejor si tuviera tetas”, “creo que mi vulva no es normal” son algunas de las frases que empecé a oír en mi adolescencia y tristemente se siguen repitiendo.
El cuerpo, y sobre todo el femenino, ha sido sometido a las más terribles torturas a lo largo de la historia. Corsés, sujetadores, fajas, infinidad de tratamientos estéticos… Todo vale para modelarnos según el ideal de belleza vigente en cada momento. Cumplir ese canon mejora nuestra autoestima porque nos hace sentir normales.
La mera existencia de ese arquetipo es fruto de frustraciones e inseguridades que en muchos casos acaban en cirugías o trastornos alimenticios. Y yo me pregunto cómo puede ser que hayamos evolucionado tanto en algunos sentidos y tan poco en otros. Al fin y al cabo, ¿qué es lo normal?.
Os voy a contar lo que debería ser normal.
En Febrero estuve en Marrakech con una amiga. Uno de nuestros objetivos era ir a un Hamman, así que nos fuimos al más antiguo de la ciudad. No era uno de esos spas relucientes en los que te ofrecen té y exóticos masajes, sino un baño público al que acuden las lugareñas a asearse (al que por cierto, me recordó mucho el corto Bath House of Whales).
Os diré que fue una de las experiencias más intensas de mi vida. Mujeres de todas las edades, completamente desnudas, aseándonos sin pudor ni miradas de reprobación. Mientras una completa desconocida me lavaba el pelo con el mimo de una madre, sentí paz y plenitud.
Lo normal es esto, y no someterse a cirugía íntima sólo por motivos estéticos.
Por eso es tan importante que existan proyectos como Vaginas, Le Clitoris (Lori Malépart-Traversy), Viva la Vulva (Liz van den Berg) o The Vulva Gallery (Hilde Atalanta) y que cada vez sean más los artistas que se atreven a reflejar la belleza de la diversidad.
En definitiva, el mundo sería un lugar mucho más aburrido si todos nuestros cuerpos fuesen iguales. ¡Demos amor a nuestros cuerpos!
Me encanta el artículo! No conocía los cortos que se mencionan, pero me los apunto. Será interesante.