Hironobu Sakaguchi, Motonori Sakakibara. Categoría: Película. |
Final fantasy: La fuerza interior no es excelente, pero sí es importante en la historia de la animación. Fue el primer largometraje fotorrealista, así que se une a hitos del medio como el primer largometraje enteramente animado que se conserva, Las aventuras del príncipe Achmed (1926), el primero de dibujos animados, Blancanieves y los siete enanitos (1937), el primero no apto para público infantil, Out of an Old Man’s Head (1968) o, dado que esa es también la técnica empleada en este, el primero en 3D, Toy Story (1995).
Si no ocupa un lugar tan prominente en los anales de la animación es porque, a diferencia de los primeros intentos de Disney y de Pixar, fue un fracaso en taquilla que provocó casi 100 millones de Dólares en pérdidas, de ahí que la vertiente fotorrealista muriese nada más nacer: triunfó el modelo más ‘cartoon’ y apto para la infancia de Pixar y DreamWorks Animation.
Y es que esta ambiciosa producción de más de 130 millones de Dólares -de los que casi 50 se dedicaron a construir el estudio de animación de Square Pictures- sumó otro aspecto inusual, además de su estética: no ser apta para público infantil. En España no está recomendada para menores de siete años; En Estados Unidos no es aconsejada para menores de 13. Eso implica renunciar al público que habitualmente consumía animación, lo que, en parte, explica su fracaso. Recaudó 85 millones de Dólares en todo el mundo, que no está nada mal para una película de animación para adultos -era el récord por entonces-, pero esa cifra apenas si cubría los gastos de promoción.
Vuelvo ahora a su mayor peculiaridad, que es la apuesta por una animación fotorrealista cuando tal cosa no era la norma. Para hacerse una idea de la osadía que representó un proyecto así, basta pensar que Pixar, a pesar de su poderío industrial, no se atrevió con una película protagonizada por humanos hasta tres años después –Los increíbles (2004)-, y lo hizo con muchas dudas y reticencias. En ese sentido, lo que consiguió Square Pictures, con la ayuda de una decena de estudios de apoyo, es muy meritorio.
El resultado, visto décadas después, ya no impresiona tanto, pero recuerdo bien el efecto que me produjo ver el trailer por primera vez en un cine. Sí daba la sensación de alguno nunca visto, de hito tecnológico como la llegada del sonoro o del Technicolor. Cierto que no evita el efecto de ‘valle inquietante’ -un problema sin resolver incluso muchos años después- y que los primeros planos de los rostros no siempre son convincentes, pero la estética es muy destacada. Y lo mismo ocurre con los fondos, las naves, la arquitectura, los aliens…, estos sí bastante más logrados dado que no intentan replicar movimientos humanos. Solo por la parte visual merece la pena darle una oportunidad.
Luego, ocurre también que la historia es un tanto irregular, que no todo es debidamente explicado y que la mayoría de personajes son poco atractivos -se salvan el científico y la heroína, Aki Ross-. Sin embargo, también ese aspecto, más centrado en ocasiones en cuestión filosóficas que en enlazar escenas de acción, es inusual para una superproducción de ciencia ficción. Incluso con una estética menos innovadora -o incluso rodada con actores de carne y hueso-, lo hubiera tenido difícil en la taquilla.
Andrew Leal, en su análisis para el libro The Animated Movie Guide (2005), le otorga dos estrellas y media de cuatro y escribe: “la animación por ordenador, usando captura de movimiento, es realista y altamente detallada. Sin embargo, trasladada del PC a un cine o incluso a la televisión, el efecto puede frecuentemente ser perturbador. El argumento es una enrevesada mezcla de teorías espirituales y batallas con aliens y explosiones. (…) Al film le falta un foco claro y una fundación emocional. Los personajes son estereotipos y las voces, incluido Alec Baldwin como el personaje protagonista, son genéricas y añaden poco a su caracterización. Los efectos de las escenas son más interesantes que el reparto”.
Square Pictures, la rama cinematográfica de Square Co, la compañía de videojuegos que creó Final Fantasy, quedó prácticamente condenada tras los malos resultados de esta cinta. Solo produjo una obra más, el corto Final Flight of the Osiris, que acabó incluido en el film antológico Animatrix (2003). Sin embargo, a pesar de su escaso éxito, puso la semilla de un tipo de animación fotorrealista para adultos que sí triunfó, casi dos décadas después, en la serie Love, Death & Robots (2019), emitida en Netflix.
Finalmente, es interesante recordar el fenómeno que representó Aki Ross en los meses previos al estreno de la película. Por una parte, se habló de la posibilidad de que actores fotorrealistas animados reemplazaran a los de carne y hueso. De hecho, Square Pictures confiaba en emplearla en otras películas, como a una actriz de verdad. Es más, hasta tuvo cierta vida como sex symbol: se distribuyeron imágenes de ella en bikini que llegaron a figurar en la boba lista ‘Hot 100’ de la revista Maxim. Por supuesto, nada de eso tuvo continuidad al estrellarse en la taquilla.