Aaron Blaise y Robert Walker. Categoría: Película. |
Por lo visto, Michael Eisner pidió al estudio de animación que desarrollara más películas protagonizadas por animales tras el éxito de El rey león (1994). Nada que no hubiera hecho cualquier otro directivo de un estudio de Hollywood. Y el caso es que, tras varias obras en las que Disney exploró nuevos territorios, como Dinosaurio (2000), Atlantis: El imperio perdido (2001) o El planeta del tesoro (2002), esta sí supuso una vuelta a un modelo varias veces transitado
Si no fuera porque está protagonizada por inuit, cuestión que algo de diversidad sí aporta, prácticamente todos los elementos de Hermano oso remitirían a una anterior producción del estudio. Aaron Blaise y Robert Walker eran directores primerizos en el ámbito del largometraje, pero realizaron un trabajo digno, aunque no brillante. El guion tiene algunos aspectos acertados y la parte de comedia funciona, así que el principal problema reside en que la historia está muy trillada y uno ya sabe de antemano cómo se va a desarrollar cada parte del film y, sobre todo, cómo va a evolucionar la relación entre Kenai y el osezno Koda. Para colmo, el protagonista, Kenai, se pasa buena parte del metraje siendo un tanto antipático, así que cuesta interesarse por su suerte, y las canciones, que no son gran cosa, son empleadas de un modo poco imaginativo.
Al menos la animación, pese a ser una propuesta globalmente menos ambiciosa que las realizadas durante el periodo de renacimiento, sí es satisfactoria. Cómo plasma la naturaleza es una preciosidad que remite a uno de los clásicos del estudio, Bambi (1942). La animación de los osos es tan convincente como de costumbre en un estudio que le tenía tomada la medida a los animales. Eso sí, se cuela una escena con una estampida, claramente realizada en 3D, que no se integra muy bien en este contexto de animación tradicional.
Martin Goodman, en el libro The Animated Movie Guide (2005), otorga al film dos estrellas de cuatro y comenta lo siguiente respecto a su estética: “La naturaleza no había tenido un aspecto tan bonito en un film de Disney desde Pocahontas (1995). Los artistas responsables de los fondos y del ‘layout’ estudiaron el trabajo del artista de paisajes Albert Bierstadt, uno de los favoritos del por entonces CEO de Disney, Michael Eisner. El resultado: maravillosos panoramas de tierra primaveral, amplios cielos y agua dolorosamente azul ondeando con brumosos reflejos. Especialmente impresionante es la animación de la escena de la transformación de Kenai, en la que los espíritus de los hombres y animales muertos galopan por la aurora boreal como fantasmales pinturas rupestres que han cobrado vida”.
A Hermano oso le fue bien en taquilla y, de hecho, tuvo una segunda parte comercializada directamente en formato doméstico, Hermano oso 2 (2006). Pero claro, como un año antes había estrenado su mayor fracaso, El planeta del tesoro, Disney ya había decidido que su futuro estaba en el 3D y que la animación tradicional tenía los días contados. De hecho, este fue el último film realizado en Disney-MGM Studios, que la compañía cerró solo meses después de su estreno.
Nota: al inicio de los créditos finales hay varios gags, entre ellos uno muy divertido que homenajea al pintor Georges-Pierre Seurat.