Chris Miller y Raman Hui. Categoría: Película. |
Tal fue el éxito de Shrek 2 (2004), por entonces la película de animación de mayo recaudación mundial -título que conservó hasta la llegada de Toy Story 3 (2010)- que Jeffrey Katzenberg se apresuró en anunciar tres films más, de modo que la más popular saga de DreamWorks Animation concluiría tras cinco entregas. Era comprensible la voluntad del estudio, por entonces a punto de iniciar su independencia, de alargar todo lo posible su gallina de los huevos de oro, pero esa premura en tener listas nuevas películas posiblemente fue la que redujo su éxito hasta el punto de que finalmente tuvo que rectificar y finalizarla con Shrek Felices para siempre… (2010), la cuarta entrega.
Que había interés entre el público de ver más del ogro verde quedó claro cuando esta tercera parte logró la mayor recaudación de un film animado durante su primer fin de semana, título que ostentó nueve años -se lo arrebató Buscando a Dory (2016)-. Sin embargo, acabó por tener menos éxito que su predecesora porque no aporta gran cosa a la saga y la mayor parte de chistes son una repetición (o variación) de los ya conocidos. Hay un punto a partir del cual los gags sobre pedos se agotan o hacen menos gracia.
Ahora bien, sí hay aspectos positivos en esta tercera parte de la saga. Para empezar, la animación está bien realizada y, aunque un pelín menos deslumbrante que el Pixar contemporáneo -que ese año estrenó la brillante Ratatouille-, se volvió a notar el paso de tres años, un mundo en el ámbito de la animación por ordenador. Las texturas y la definición son cada vez más asombrosas y el movimiento de los personajes resulta aún más fluido. En fin, visualmente superó a sus antecesoras.
Por otra parte, a pesar de que la sensación de novedad se iba lógicamente apagando, los guionistas aún lograron exprimir la idea un poco más y ofrecernos alguna que otra escena ingeniosa. Pienso en el inspirado arranque, que muestra la escasa idoneidad del protagonista para el rol de dirigente de un reino, o sobre todo en la creciente presencia de personajes femeninos luchadores, como esa banda de princesas que, de paso, logra reírse de la tradición de Disney -otro de los leitmotivs de la saga-. A pesar de esas ocurrencias y de que el film se ve con agrado hasta el final, se queda lejos de la fuerza u originalidad de Shrek (2001).