Pablo Berger. Categoría: Película. |
No es que fuese un requisito imprescindible, pero un largometraje animado hace de la filmografía de Pablo Berger un asunto todavía más peculiar. Al fin y al cabo, antes de esta primera incursión en el ámbito de la animación, había dirigido una personalísima ópera prima, Torremolinos 73 (2003), un filme mudo y en blanco y negro, Blancanieves (2012), y la inclasificable Abracadabra (2017). A esa trayectoria sumó esta adaptación de la novela gráfica homónima de Sara Varon, que convirtió en su segundo largometraje sin diálogos: de recurrir a la palabra hubiera quedado probablemente más comercial, sí, pero no sería tan singular.
Robot Dreams es una delicia para la vista cuya estética es similar a la de la novela gráfica, solo que con mayor detalle y colores más vivos. Se nota, eso sí, que pertenece a la tradición de la línea clara, así que es como estar ante una versión en movimiento y sonora de un cómic clásico. De todos modos, Berger tuvo la inteligencia de dejar el aspecto de los dos personajes prácticamente tal cual. Es un acierto porque el sencillo diseño del robot es estupendo ya en la novela gráfica: está a medio camino entre el Bender de Futurama (1999) y los de El castillo en el cielo (1986), el filme dirigido por Hayao Miyazaki. Ese personaje robótico, por cierto, es un ejemplo más de la extraordinaria expresividad que se puede lograr con un mínimo de elementos, aquí solo una boca y ojos.
Narrativamente es igualmente delicioso. Pablo Berger dirige con maestría, deja multitud de detalles talentosos de puesta en escena y confirma su aptitud para ilustrar memorables escenas oníricas. Además, al prescindir de diálogos, propone una estimulante banda sonora repleta de canciones bien elegidas y se las arregla para que la mayoría de ellas sean diegéticas o acaben por serlo. ¡Ah!, y suena uno de los más creativos usos de la más conocida canción de Earth, Wind & Fire, ‘September’.
Finalmente, ofrece una mirada nostálgica a un Nueva York en el que uno se quedaría a vivir. Un decorado urbano que llena de guiños cinéfilos –Woody Allen entre otros-, referencias a España -la mascota Naranjito, El Quijote…- y multitud de gags de esos que pasan desapercibidos si uno pestañea.