2015: El imperio de los cadáveres (Shisha no teikoku)

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El imperio de los cadáveres (Shisha no teikoku)amazon

Ryôtarô Makihara.
EL IMPERIO DE LOS CADÁVERES (SHISHA NO TEIKOKU).
7/10

Categoría: Película.
Guion: Koji Yamamoto, Midori Goto y Hiroshi Seko.
Año: 2015.
País: Japón.
Género: Ciencia Ficción, Aventura, Crimen.
Técnica: 2D, Anime.
Estudio: TOHO animation, Wit Studio.
Idioma: Japonés.
Característica: Inquietante, Distopía, Científicos, Steampunk.
Duración: 2h.
Clasificación por edades: NR-16.

El imperio de los cadáveres es la primera entrega de una trilogía de adaptaciones cinematográficas de las novelas de Project Itoh. Le siguieron Harmony, estrenada en Japón solo un mes después y también con el productor Koji Yamamoto como guionista, y Gyakusatsu kikan (2017), que quizá te suene más por su título internacional, Genocidal Organ. Lo curioso es que cada una fue realizada por un estudio diferente, así que lo único que tienen en común, además de la fuente literaria, es la distribución en Japón de la todopoderosa Toho.

De las dos primeras, que son las que conozco en el momento en el que escribo esto, esta es la más satisfactoria. Propone un siglo XIX ucrónico en el que Víctor Frankenstein, el personaje de la novela de Mary Shelley, existe y ha creado una tecnología para revivir cadáveres. Su descubrimiento ha iniciado una revolución industrial alternativa en la que los cadáveres son usados como mano de obra, soldados, asistentes… Pueden ser programados para realizar tareas más o menos complejas, pero no parecen tener emociones propias ni pueden comunicarse verbalmente. En ese contexto, John Watson trata de dotar de alma a esos cadáveres para recuperar la relación con su fallecido amigo Friday -un obvio guiño al Robinson Crusoe de Daniel Defoe-, al que él mismo ha revivido clandestinamente.

La ilustración de ese mundo está muy bien realizada en el film. Vemos imágenes muy poderosas y, si guionistas y director hubieran querido tomar ese camino, con una estética más oscura hubiera dado lugar a una cinta de terror. Aún así, hay aquí planos de los cadáveres revividos que resultan escalofriantes. Y por supuesto, como en el momento de su estreno el subgénero de zombis estaba otra vez de moda, en más de una ocasión son presentados como muertos vivientes sedientos de sangre que no tienen reparo en devorar a sus víctimas.

Como película de aventura cosmopolita adscrita a la corriente steampunk también funciona y la estética de la tecnología de la época, especialmente la concerniente al reúso de cadáveres -necroware se llama- es atractiva. Además, aunque la parte visual del film es un tanto irregular porque el empleo de 3D no siempre están bien integrado en este contexto 2D, son numerosos los fondos deslumbrantes o con un interesante uso de colores. Lástima que el diseño de los personajes no sea tan convincente -por escasamente personal- y que el único personaje femenino relevante, Hadaly Lilith, tenga aspecto de estereotipo de heroína anime de pechos enormes.

A pesar de sus muchos aspectos positivos y de que resulta entretenida de principio a fin, El imperio de los cadáveres se ve lastrada por una ejecución que no siempre está a la altura de sus loables ambiciones. En ocasiones el tono melodramático o la exageración de las escenas de acción -el largo clímax es el ejemplo paradigmático- resta credibilidad al conjunto. Por otra parte, la reflexión filosófica que el guion emprende en varios pasajes, a través de la voz en off con el pensamiento de John Watson, acaba por contentarse con una simple conclusión que de ningún modo cumple las expectativas generadas.

Reseña Panorama
Puntuación
7
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