Chris Appelhans. Categoría: Película. |
De los grandes estudios de Hollywood, Sony Pictures Animation probablemente sea el más inconsistente. Es la compañía que produjo la brillante Spider-Man: un nuevo universo (2018) y un año antes había estrenado la horrenda Emoji: La Película (2017). Pero no hace falta remontarse varios años atrás: en los primeros meses del 2021, Netflix estrenó en cuestión de semanas dos de sus más recientes producciones. Primero la imaginativa Los Mitchell contra las máquinas, luego la decepcionante película que nos ocupa.
El dragón de los deseos forma parte de la bienvenida línea de Sony Pictures Animation dedicada a diversificar sus historias, de ahí que la acción transcurra en China y que la trama esté imbuida de la cultura del país. Lo que ocurre es que a cualquiera que haya visto unas cuantas películas de Hollywood prácticamente todo aquí le resultará familiar y podrá predecir los principales acontecimientos sin gran esfuerzo. Por mucho que los hábitos sociales chinos sean importantes, no hay apenas originalidad en esta historia. Es la habitual propuesta de Hollywood para todos los públicos, pero con un toque exótico desde la perspectiva del espectador occidental.
Tampoco le ayuda nada que la historia sea tan similar a la del clásico de la era del renacimiento de Disney Aladdín (1992): las comparaciones entre un genio y otro son inevitables y el de este film no sale nada bien parado a pesar de que los animadores procuren favorecer el mismo tipo de dinamismo y continuas transformaciones. En general, se echa en falta mayor ingenio.
Es una pena porque en los márgenes de la previsible trama hay aspectos interesantes que, al menos, sirven para aportarle algo de personalidad y de humor. Pienso en la oportunidad perdida de explorar la vida en los barrios pobres de China -el grupo de vecinos tiene un enorme potencial poco aprovechado- y, sobre todo, de hablar de la creciente desigualdad. Sí, vemos las enormes diferencias entre el tren de vida de ricos y pobres, pero no aprecio aquí aguda sátira alguna, ni comentario social más allá de lo obvio, ni nada más sofisticado que en una comedia romántica de Jennifer Lopez. En fin, no es Parásitos en versión animada.
En los veinte meses previos al estreno de esta película, tres grandes gigantes estadounidenses del entretenimiento habían ambientado sus superproducciones en Asia: DreamWorks Animation en Abominable (2019); Netflix en Más allá de la luna (2020); Disney en Raya y el último dragón (2021). La diversidad que favorecen es estupenda, pero si el planteamiento de las historias es tan convencional, entonces más que un interés artístico genuino parece solamente un intento de sacar provecho del pujante mercado asiático, con China a la cabeza.