MR. PICKLES.
8/10
Mr. Pickles es, al mismo tiempo, el tipo de serie que explica por qué a unos cuantos nos gusta la animación para adultos y por qué a muchos no solo no les gusta nada sino que se preguntan cómo es posible que a nosotros sí. Es una propuesta tan violenta, salvaje y deliberadamente ofensiva que solo es apta para estómagos preparados y que posean una alta tolerancia al humor negro. Si alguien tiene dudas y quiere saber si es para él, que vea la secuencia de apertura: si después de la dosis de cráneos saliendo disparados de cuerpos no te sientes muy bien, mejor abstente. Sobre todo porque ese inicio no es nada comparado con lo que te espera.
Si Mr. Pickles es una serie recomendable a pesar de su gore extremo y la abundancia de personajes grotescos o asquerosos es porque también funciona como interesante y lúdica mirada a la América profunda, ese Estados Unidos que conocemos menos internacionalmente. Por eso y por su ingenio. En ocasiones se centra en un humor más primario y no escatima ni un solo plano violento, pero sus lúcidas críticas al sexismo, a ciertos valores occidentales o a las fuerzas de seguridad elevan la propuesta por encima de lo que parece a primera vista.
Dicen sus responsables que conciben cada entrega como un capítulo de veinte minutos que luego condensan en 10. Quizá en ese enfoque resida la clave de su frenético ritmo, porque no hay ni un solo punto muerto y constantemente introduce estímulos visuales o sorpresas en el guion.
La serie, que fue creciendo en popularidad en el seno de Adult Swim, concluyó por sorpresa tras el primer capítulo de la que debía ser su cuarta temporada. A partir de la semana siguiente, fue reemplazada por la serie hermana Momma Named Me Sheriff, centrada en el desastroso e infantil sheriff de Mr. Pickles.