Brian Pimental. Categoría: Película. |
La discutible actividad de Disneytoon Studios comenzó con adaptaciones cinematográficas de series de Disney y con secuelas de las películas del renacimiento. Cuando estas últimas empezaban a agotarse, el estudio amplió sus miras a la época clásica, de modo que retrocedió en la filmografía hasta llegar a La cenicienta (1950). Sin embargo, en doce años no se había atrevido con los primeros films del estudio, los estrenados antes de la forzada ralentización de la producción por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. Eso cambió, naturalmente, con la llegada de la segunda parte de Bambi (1942), el último largometraje de esa etapa inicial. Quedaba claro que, con tal de seguir llenando las arcas de la compañía, ninguna cinta estaba a salvo, ni siquiera las que construyeron el imperio en sus primeros años.
Disneytoon Studios había comercializado horrendas segundas y terceras partes: pienso en El mundo mágico de Bella (1998), La sirenita 2: Regreso al mar (2000) o La cenicienta 2 (2002), entre otros ejemplos igualmente poco inspirados que devalúan la marca Disney. Esta no es espantosa, lo que no quiere decir que sea recomendable para nadie que no esté perdidamente enamorado de la original. Es más, si estos son espectadores exigentes, por mucho que les alegre volver a ver a tan queridos personajes es muy posible que acaben decepcionados con el evidente bajón de calidad.
Si la primera parte incluye algunos de los pasajes más memorables de la historia de la animación tradicional, aquí asistimos a una animación que no va más allá del estándar televisivo de Disney contemporáneo. Según la fuente fue realizada en el estudio australiano o en el canadiense de la compañía. Fuese cual fuese el responsable, es evidente que a los animadores y demás responsables del film no les dieron tiempo para poder esmerarse.
El guion de Alicia Kirk no está mal a pesar de ser previsible y no incluir escena brillante alguna. La relación padre e hijo la hemos visto mejor contada en otras ocasiones, aunque al menos no hay nada vulgar o que chirríe. Finalmente, Brian Pimental estuvo pasable en su debut como director tras haber participado en la historia de películas esenciales como La bella y la bestia (1991) y Aladdín (1992). Realizar esa misma labor en las más recientes Hermano oso (2003) o, sobre todo, Zafarrancho en el rancho (2004), le había dado experiencia en las películas protagonizadas por animales: quizá por eso salió bien parado del salto a la dirección.