1995: Balto: La leyenda del perro esquimal (Balto)

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Balto: La leyenda del perro esquimal (Balto)amazonNetflix

Simon Wells.
BALTO: LA LEYENDA DEL PERRO ESQUIMAL (BALTO).
8,5/10

Categoría: Película.
Guion: Cliff Ruby, Elana Lesser, David Steven Cohen, Roger S.H. Schulman.
Año: 1995.
País: Estados Unidos, Reino Unido.
Género: Drama, Aventura.
Técnica: 2D
Estudio: Amblimation; A. Film, Bardel Entertainment (colaboración).
Idioma: Inglés.
Característica: Perros, Enfermedad, Naturaleza.
Duración: 1h 18min.
Clasificación por edades: Todas las edades.

En los 90 se dio una paradoja en el ámbito de la animación apta para todas las edades. Es la siguiente: el éxito del renacimiento de Disney fue al mismo tiempo lo que impulsó a otros estudios a probar suerte con el largometraje animado y lo que, en buena medida, abocó al fracaso en taquilla a las producciones de esas otras compañías. Aunque el de Steven Spielberg es un caso particular, es quizá el mejor ejemplo. Ni siquiera el Midas de Hollywood logró competir con Disney, o no, al menos, hasta la década siguiente, cuando presentó Shrek (2001) con DreamWorks Animation.

Spielberg quiso plantarle cara a la casa del ratón en su terreno predilecto tras obtener cierto éxito gracias a sus asociaciones con Don BluthFievel y el Nuevo Mundo (1986) y En busca del valle encantado (1988)- y, sobre todo, tras comprobar la fabulosa acogida reserva a ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988), irónicamente una coproducción con Disney.

Fundó entonces Amblimation y el resultado fueron tres fracasos comerciales seguidos: Fievel va al Oeste (1991) Rex: Un dinosaurio en Nueva York (1993) y el que nos ocupa. Tras solo tres filmes, echó el cierre y lo apostó todo a DreamWorks Animation, con los resultados ya conocidos.

Balto: La leyenda del perro esquimal coincidió en la cartelera con Toy Story (1995) que, en su quinta semana, aún recaudó más del triple. Competir con la novedad del 3D inaugurada por Pixar fue misión imposible. Claro que no le habría ido mucho mejor de haber coincidido con Pocahontas, la otra superproducción animada de Disney en 1995, porque lo cierto es que la dirigida por Simon Wells es una obra artísticamente meritoria pero poco comercial.

A priori, que los perros sean los personajes centrales es un buen planteamiento para atraer espectadores. Son el animal estrella de la animación. Sin embargo, aunque hablan y tienen comportamientos humanos, esos perros conservan, en esencia, su naturaleza animal y aquello que hacen entra, en general, dentro de sus capacidades rales. No son, en definitiva, los perros adorables y claramente humanizados de La dama y el vagabundo (1953), ni tenemos una colección de cachorros como en 101 dálmatas (1961). Tampoco cantan ni bailan.

Esto último no tendría mayor importancia de no ser porque su protagonismo se da en un contexto dramático y buena parte de la acción transcurre en condiciones adversas que hace peligrar la supervivencia de los canes. Y es que la trama gira en torno a un transporte desesperado de una caja de medicinas en un trineo tirado por los perros más rápidos de la localidad, con el fin de salvar a varios niños del lugar, gravemente enfermos.

Los guionistas se esfuerzan por añadir un obstáculo tras otro -ninguno tan espectacular como el ataque de un oso debidamente sobredimensionado y muy bien animado-, pero una dura travesía por un paisaje nevado no es ni lo más comercial ni lo que la mayoría de padres suelen considerar un entretenimiento idóneo para sus vástagos. Los perros están varias veces a punto de morir, todo está contado con un inusual realismo, hasta el punto de que en ocasiones parece más cercano a Los Perros de la Plaga (1982) que a la animación contemporánea de Disney.

Y sí, puede que ese enfoque limitara sus posibilidades comerciales, pero es también uno de los mayores reclamos artísticos de una cinta que está pasando con nota la prueba del tiempo. No es habitual que la animación apta para la infancia se sumerja tan decididamente en el drama, sin prácticamente aliviar la tensión con elementos cómicos. Eso sí, cuando la comedia se cuela en el guion, suele ser de manera ingeniosa: mención especial para el diálogo “entre Balto y tú esto parece una novela de Dostoyevski” y para el guiño a E.T. El extraterrestre (1982).

Como ocurrió con tantas películas animadas de los 90, sus ventas en VHS impulsaron dos secuelas pensadas para el mercado doméstico, Balto II: Aventura en la tierra de hielo (2001) y Balto III: Rescate del avión perdido (2004).

Reseña Panorama
Puntación
9
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