Entrevista a Jordi Sánchez-Navarro

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Jordi Sánchez-Navarro es uno de los mayores divulgadores de animación, labor que realiza en multitud de vertientes. Por ejemplo, como programador de la sección Anima’t del Festival de Sitges, como docente y director de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, o como investigador especializado en estética y la historia de la animación, entre otros ámbitos. Es esta última faceta la que desarrolla en la lectura que tan bien me ha acompañado este inusual verano, La imaginación tangible (2020), un excelente libro que disecciona cincuenta películas esenciales de la historia de la animación, editado por Editorial UOC.

Esta primera pregunta es un tanto obvia, pero es una curiosidad genuina que tengo. ¿Por qué quisiste escribir La imaginación tangible?

Llevo muchos años, quince ya, programando animación en un festival, escribiendo sobre animación siempre que puedo y enseñado historia y estética de la animación a estudiantes de primer año que quieren formarse para ser profesionales en la industria de la animación y los efectos visuales. Pensé que había llegado el momento de juntar todo un poco, de poner en claro mis ideas y de hacerlo de un modo que pudiera ser útil para mis estudiantes, para mis colegas estudiosos del medio y para cualquier persona interesada en las múltiples formas que adopta la animación. Me mueve, sobre todo, la vocación docente, el impulso de enseñar lo que he ido aprendiendo y reflexionando.

Como bien dices en la publicación, solo con las producciones francesas y japonesas ya se podría escribir un libro de 50 esenciales. Y por supuesto, lo mismo ocurre con las estadounidenses. Además de esos tres, ¿hay algún otro país, escena o corriente artística que sigas con especial atención o que quieras destacar?

Me interesa mucho la historia de la animación de la Europa Oriental. Creo que aún es necesaria una labor de arqueología, clasificación y análisis de esa animación, como lo es también del cine en general producido en Centroeuropa y en Europa del Este, más allá de tópicos.

Solo hay una película de animación en 3D, Toy Story, e imagino que si no hay más es porque la protagonizada por los juguetes funciona como representante de esa vertiente de la animación. Además de Pixar, ¿hay algún estudio, director o película de animación 3D que te haya parecido especialmente interesante últimamente?

Claro que hay, muchas, aunque debo decir que el 3D no es mi forma favorita de animación y, de hecho, me preocupa un poco la uniformización expresiva de buena parte del 3D actual. De Dreamworks me gusta sobre todo la saga Cómo entrenar a tu dragón. Y por supuesto, participé con placer del entusiasmo general que provocó La LEGO película.

Pasamos a tu labor en Anima’t, para el Festival de Sitges. ¿Cómo realizas la selección, eliges entre las obras enviadas, sales a la búsqueda de propuestas interesantes en otros certámenes internacionales, una mezcla de ambas?

Una mezcla de ambas. Busco obras a lo largo del año, poniendo especial atención a lo que seleccionan festivales de prestigio. Por supuesto, Annecy es la referencia permanente. Además, el festival recibe propuestas continuamente, en especial cuando se abre el período de selección. Creo que en la programación hay que mantener un equilibro: es evidente que no puedes dejar de lado las maravillas que seleccionan otros festivales, especialmente Annecy, pero tienes que estar atento a ese período que transcurre entre que Annecy cierra su selección y nosotros cerramos la nuestra, porque hay siempre aparecen novedades que no han ido a los grandes festivales. Hay ocasiones en las que nos hemos adelantado y hemos programado en octubre lo que otros festivales, incluido Annecy, han programado el año siguiente.

¿Qué te sigue interesando de programar la sección de animación?

Todo. La animación me sigue sorprendiendo, entusiasmando. Creo además que es un terreno que aún puede ofrecer mucho. Es ilimitado.

¿Qué es lo que más disfrutas de dar clases sobre historia y estética de la animación en la Universidad?

Transmitir pasión, curiosidad insaciable. Creo que mis clases son muy poco dogmáticas. Son, sobre todo, entusiastas. Intento despertar la curiosidad, conectar la animación con otras disciplinas, como las artes plásticas y el diseño, y llevarla a terrenos que sean significativos para el público actual. Creo que la clave de todo está en la historia, pero no en una historia fosilizada, sino viva, conectada al presente.

En este web, como deja claro su nombre, Animación para adultos, nos interesa especialmente la animación no apta para público infantil. ¿Crees que hay un creciente interés por ese ámbito o que parte de los prejuicios que equiparan animación con un producto para niños están desapareciendo?

La verdad es que hace tiempo que dejó de preocuparme la existencia de prejuicios entre el público. Lo que sé, y es lo que me importa, es que la animación de todo tipo es importante para muchas personas, que es un terreno creativo en el que entran artistas maravillosos y que puede que no seamos muchos, pero tenemos razón al amar la animación. Hasta qué punto el interés es creciente es algo que me da un poco igual.

Por qué crees que, salvo casos puntuales, las películas de animación no suelen tener cabida en las secciones oficiales de los festivales de clase A, ni son nominadas en la categoría de Mejor película de los Oscar, los Premios del cine Europeo, los Goya, etc…

Creo que es una cuestión de ignorancia del lenguaje y de los aspectos formales de la animación. Para valorar la animación hay que saber de la estética propia del medio, porque las formas que adopta el discurso de la animación no son las misma que las del cine en general. No hay muchos críticos ni profesionales del cine “general” que sepan de animación. Las películas de animación suelen gustar a esa crítica o a esos profesionales “por su guion”, por lo que cuentan, no por cómo lo cuentan. Y así, pocas posibilidades hay de competir con el cine “serio”. No pasa nada, no es una tragedia.

¿Qué animación recuerdas ver de pequeño?

Animación de Europa Oriental en Televisión Española, el Spider-Man animado de finales de los sesenta, Érase una vez el hombre (que me sigue pareciendo extraordinaria), El Show de la Pantera Rosa, Mazinger Z, Vicky el vikingo, Super Ratón (y todo lo de Terrytoons) y todo lo de Hanna-Barbera, especialmente Los Autos Locos, pero también Tiro Loco McGraw y Pete Pótamo y So-So.

¿Cuándo viste que la animación, además de ser una afición, iba a ser también parte de tu carrera profesional y una de tus líneas de investigación?

No tengo recuerdos de un momento concreto. Siempre me ha interesado la animación, el cómic y el cine fantástico, de terror y ciencia ficción. Todo se entremezcla. Desde que empecé a escribir de forma más o menos profesional en 1989, todos esos intereses se fueron combinando.

¿A quién le has intentado contagiar tu pasión por la animación? ¿Has tenido éxito?

A cientos de estudiantes, con éxito desigual. A mi hija, creo que lo he conseguido. Y te diría que a mis amigos, pero si son amigos míos, seguro que venían con gusto por la animación incorporado.

¿Qué proyectos tienes entre manos ahora de los que puedas desvelar algo?

Estoy planeando dos libros más sobre animación. Pero antes de desvelar el tema concreto de cada uno de ellos, me gustaría acabar de encontrar la editorial ideal para publicarlos.

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