Entrevista a Juan José Zanoletty

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Juan José Zanoletty es un prolífico autor de libros sobre animación. Solo en el 2022, por ejemplo, ha publicado dos: De Nimh a Titan A.E. (Yeray Ediciones), dedicado a Don Bluth; y Las otras series de animación (Applehead Team Creaciones), que ofrece un repaso a buena parte de las series animadas de culto de la segunda mitad del siglo XX. Además, es realizador y técnico audiovisual, responsable de Moviola Films, y durante un tiempo estuvo al frente del fanzine y blog La animación escrita.

¿Qué animación te gustaba especialmente cuando eras pequeño?

De niño quedé deslumbrado cuando descubrí El sueño de una noche de verano (1959), de Jiří Trnka y empecé a interesarme por la técnica de stop motion. La influencia fue tan grande que para uno de mis primeros trabajos de animación quise que fuera en stop motion, y además adaptar, sin diálogo, una obra de teatro clásica. Es fascinante, o uno tiene que ser uno muy engreído, para adaptar una obra de Shakespeare y suprimir su elemento esencial: los diálogos. De modo que quise imitar a Trnka y comencé a realizar una adaptación sin diálogos de Don Juan, una de mis obras preferidas, en formato cortometraje. Sin embargo, durante la preproducción descubrí que para construir un solo muñeco necesitaba el mismo presupuesto y tiempo que el necesario para diseñar todos los personajes en animación tradicional, así que cambié y al final hice la película en dibujos animados. Me gustaba mucho las películas de Burbank Films Australia, que se emitían con asiduidad en televisión, y mi preferida fue Un cuento de navidad.

El programa La hora Disney fue quien mostró a los niños de mi generación los dibujos animados de Walt Disney y se convirtió en uno de mis preferidos. También seguí las series de Filmation, convirtiéndose Flash Gordon en la que más me gustaba. Otros dibujos que apreciaba fueron algunas series españolas como Don Quijote y Ruy, el pequeño Cid; y de Hanna-Babera lo veía todo, aunque Los Picapiedra y Don Gato tuvieron preferencia. Como habrás observado casi todo era animación para televisión, con seis, siete u ocho años no ibas al cine con mucha frecuencia, la cartelera (sobre todo en una localidad pequeña) no exhibía mucha animación. En formato largo quedé impresionado con NIMH, el mundo secreto de la señora Brisby, aunque nunca la vi en pantalla grande, la conocí gracias a la adaptación a cómic serializada en Pulgarcito y por el plano que aparecía en la cabecera del programa De película.

¿Cómo han evolucionado tus gustos desde entonces y qué animación te gusta particularmente ahora que eres adulto?

Es natural que los gustos evolucionen con los años, de otra manera te quedarías estancado y no crecerías. Me interesa cualquier producto que tenga contenido, es decir, que cuente una historia y sus personajes tengan una mínima psicología, por encima de la técnica. No me interesa Frozen (2013) o Brave con toda su espectacularidad y efectismo, pero que en el fondo solo cuentan cosas esenciales, y me gusta más, por ejemplo, El secreto del libro de Kells. Con los años me he ido alejando del virtuosismo técnico y me he acercado más las buenas historias como El niño que quería ser un oso.

El más reciente libro tuyo que he leído es el que le dedicabas a Don Bluth, De Nimh a Titan A.E.. ¿Por qué te interesaba escribir un monográfico sobre cineasta y animador?

Puedo enumerar tres razones principales: Por ser uno de mis cineastas preferidos; porque era una excusa para hablar de NIMH; y porque nunca se había publicado en España ninguna monografía del director.

¿Por qué crees que, finalmente, no pudo llegar a competir con Disney desde un punto de vista comercial?

Durante algunos años no solo logró competir con Disney, sino que le superó, pero fue incapaz de mantener una continuidad. Creo, y es algo subjetivo, que las causas fueron:
El egocentrismo del director. Debió estar convencido que su nombre era una marca registrada y consideró que no le hacía falta mantener la alianza con Spielberg; del mismo modo, se le ocurrió estrenar Todos los perros van al cielo el mismo día que La sirenita, convencido que su película iba a batirla, si hubiera estrenado en otras fechas, el estudio no habría dado quiebra. Y si hubiera sido más objetivo y autocrítico se habría dado cuenta (como reconoció después) que el guion de Todos los perros van al cielo no era sobrio y que no podría ser suficiente solo una buena técnica para batir a una superproducción de Disney.
Nunca delegó, dirigió toda la filmografía del estudio (aunque luego sumó como codirector a Gary Goldman). No solo debió haberse rodeado de grandes animadores, sino también de grandes guionistas y directores, y abrir las ventanas para que entrase aire fresco, permitiendo que otros dirigieran en solitario y quedarse él como productor. Tal vez el egocentrismo le impidió hacerlo.

Probablemente el querer llevar todos los aspectos creativos de una película a la vez que todos los aspectos económicos, hizo que su gestión al frente del estudio fuera un desastre. De ahí que la primera decisión de John Boorman cuando se hizo cargo de Sullivan Bluth Studios fue apartar a Don Bluth (y a sus socios) de cualquier decisión financiera.

¿Crees que hay algún director o estudio heredero del tipo de animación que dirigió Don Bluth?

No es posible, porque el estilo académico o clásico de Don Bluth fue sustituido por la línea de los noventa, nacida gracias a los avances tecnológicos. A su vez, Don Bluth fue heredero del estilo clásico de Disney, no creo que haya un estilo que defina a Don Bluth, sino a Disney. De modo que la pregunta podría convertirse en si hay algún estudio heredero de la animación clásica de Disney.

Se acaba de editar también otro libro tuyo, Las otras series de animación. ¿Por qué quisiste repasar tan peculiares series de la segunda mitad del siglo XX?

Se trató de series influyentes y que reflejaron la política de una sociedad, y veía injusto que la mayoría de ellas quedasen relegadas al olvido. A través de ellas se podía contar la evolución técnica como los distintos modelos de producción. Además, hay algo que me gusta poco, aquellos libros que enumeran las mejores series, los mejores films de terror, las mejores películas de animación… la mayoría de ellos muestran siempre listados parecidos, quedando fuera títulos igual de importantes, así que (en formato serie) saqué el listado de las series (o de la mayoría de ellas) que nunca veremos en esos libros o listados de lo mejor. Por ejemplo, me gustaría sacar un libro guía con un título similar a Las películas que no necesitarás ver antes de morir pero que no te arrepentirás de verlas.

De los libros que has escrito, ¿a cuál le tienes especial cariño?

Es muy difícil, siempre estoy centrado en lo que estoy escribiendo en el presente, y cuando pienso en lo que ya he escrito solo veo defectos y me digo que esos errores no debo repetirlos. No obstante, siento algo de cariño por Los dibujos animados de Ub Iwerks, disfruté muchísimo revisando toda su filmografía y sigo sin entender como actualmente no es una figura relevante entre el gran público (aunque si lo es entre los profesionales y también lo fue en su época).

En cambio, ¿de qué libro realizarías una nueva edición corregida si tuvieras la oportunidad?

De todos, con prioridad por los más antiguos.

¿Qué proyectos relacionados con la animación tienes entre manos?

Demasiados. En relación al medio audiovisual de algunos no puedo hablar por cuestiones de confidencialidad. Luego, continuamente incluyo animación en mis trabajos documentales, aunque siempre me digo que es la última animación que hago, por lo que no puedo asegurar que haya abandonado completamente la animación, aunque sea mí deseo.

En relación a la escritura he entregado un texto para un libro colaborativo que no sé cómo se llamará ni cuando se publicará; estoy terminando Las otras películas de animación, un volumen que complementa al de las series; también estoy con otro ensayo, pero que no es directamente de animación, y cuando lo acabe me gustaría terminar (que por falta de tiempo no he podido) uno de ficción, también espero que para finales de año o comienzos del próximo esté terminada una novela gráfica en la que he hecho el guion, y luego recuperaré antiguos proyectos, algún libro similar a Los dibujos animados de Ub Iwerks, pero con Bob Clampett.

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