1961: Klyuch

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Klyuch

Lev Atamanov.
KLYUCH.
8/10

Categoría: Película.
Guion: Mikhail Volpin.
Año: 1961
País: Unión Soviética.
Género: Fantasía, Comedia.
Técnica: 2D.
Estudio: Soyuzmultfilm.
Idioma: Ruso.
Característica: Infancia, Hadas, Robots, Científicos.
Duración: 58 min.
Clasificación por edades: Todas las edades.

Klyuch (la llave) pertenece a la serie de cuentos morales de Soyuzmultfilm, ámbito educativo en el que cuenta con predecesoras como El niño encantado (1955) y Las Aventuras de Pinocho (1959) y Chelovechka narisoval ya (1960). Cierto toque moral está presente en buena parte de la producción del estudio, pues es frecuente que los desenlaces tiendan a premiar a quienes muestran un comportamiento virtuoso o a los hijos que obedecen a sus padres -cuestión que, vista desde el prisma del estado soviético, se puede ver como alegoría de la fidelidad al Partido Comunista-.

Sin embargo, hay una línea de creación en el estudio soviético que recalca ese afán didáctico y moral más aún que de costumbre y que frecuentemente está dirigido a los niños. Eso implica que la estética no sigue la vertiente de realismo socialista con extensivo uso de rotoscopia que caracteriza algunas de las mejores cintas de Soyuzmultfilm, como La doncella de nieve (1952), La princesa rana (1954) o La reina de las nieves (1957). Aquí el estilo es más sencillo y caricaturesco, con recurrentes elementos fantásticos y con un tono infantil más cercano al modelo de Disney -solo que sin canciones y con una estética bien diferenciada que no imita a la compañía de Walt Disney-. Al fin y al cabo, si se trataba de aleccionar a los jóvenes soviéticos, más valía ofrecer dibujos animados atractivos para ellos.

El quid de la cuestión de Klyuch gira en torno a cómo lograr la felicidad. La tesis del film es clara: hay que trabajar para mejorar nuestras habilidades y emplearlas para mejorar la vida de los temas. A esa tesis añade un corolario: los padres no deben evitar cualquier tristeza o esfuerzo a sus hijos, porque eso les convertirá, según el guion, en “vagos, holgazanes y gandules”. Cuestiones universales y atemporales: en 1960 ya había quien consideraba que los padres consentían demasiado a sus hijos, así que no es nada nuevo.

El enfoque aleccionador del film es evidente de principio a fin y el personaje que defiende su punto de vista es el abuelo, que por cierto tiene un aire, físicamente, al geppetto de Pinocho (1940) -y también él da vida a un ser inanimado al reparar un robot-. Sin embargo, la tesis está desarrollada con habilidad y buenas ideas, de modo que resulta entretenido, divertido en más de una ocasión y deliciosamente imaginativo en general.

Son muchos los aciertos de Klyuch, así que enumero ahora algunos de los que más me han llamado la atención. 1) Un posible guiño a La bella durmiente (1959) con la visita de tres hadas al recién nacido, cada una de las cuales le concede un deseo que tiene como propósito asegurar su felicidad sin que el retoño tenga que hacer nada. Es curioso que aquí las hadas serían las antagonistas. 2) Los cómicos robots que crea el amigo científico del abuelo, que recuerdan a los de Los Supersónicos (1962) -de no ser por el poco tiempo transcurrido entre una y otra pensaría que Hanna-Barbera se inspiró en esta producción para su diseño-. 3) La visita al reino de la felicidad y al de “las hazañas rápidas y las victorias fáciles”, que depara algunos de los más divertidos momentos.

Si el ángulo ideológico sigue vigente, lo mejor de la película es su cariz lúdico, la encantadora combinación de buenos diseños, estupenda animación y un guion repleto de ocurrencias.

Reseña Panorama
Puntuación
8
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