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Mark Andrews, Brenda Chapman y Steve Purcell. Categoría: Película. |
La primera década del siglo XXI fue prodigiosa para Pixar, una de las mejores de la historia para un estudio de animación. Si nos limitamos al ámbito del largometraje, solo se me ocurren Disney de 1937 a 1947 y de 1989 a 1999; Soyuzmultfilm durante los 50, Studio Ghibli de 1991 al 2001 o Aardman de 1995 al 2005 como décadas igualmente brillantes.
El estudio entonces liderado por John Lasseter ofreció una maravilla tras otra y además fueron siempre proyectos originales: Monstruos, S.A. (2001), Buscando a Nemo (2003), Los increíbles (2004), Ratatouille (2007), WALL·E (2008) y Up (2009). Sí, he dejado fuera de la enumeración uno protagonizado por coches a propósito.
En cambio, el lustro siguiente, aunque empezó muy bien con la brillante Toy Story 3 (2010), dio paso a las decepcionantes Cars 2 (2011) y Monstruos University (2013). Entre medias se estrenó Brave -Indomable en el mercado español-, que se puede sumar a la categoría de decepcionantes según el nivel de exigencia que uno tenga hacia Pixar.
Con la que nos ocupa ocurre algo curioso: parece más una película de Disney. La compañía fundada por Walt Disney alberga el gran estudio de animación y nos ha dado obras maestras y películas excelentes cada década desde 1937, así que no hay nada malo en parecer una película de Disney. Sin embargo, uno de los muchos motivos para apreciar Pixar es su empeño en abordar proyectos originales que no se parecen a nada y que se distinguen claramente de los de su compañía madre. Hasta hubo a quien le chocó la compra de Pixar por parte de la casa del ratón justamente por lo distintos que eran los proyectos animados de uno y otro estudio.
En Brave, en cambio, tenemos a una princesa al estilo de las que abundan en la filmografía de Disney desde Blancanieves y los siete enanitos (1937) y un tipo de historia, con recurso a animales adorables incluido y elementos de cuento de hadas, que recuerda al modelo tantas veces desarrollado por esa misma compañía.
Jason Buchanan, en su crítica para Allmovie, da una de las claves sobre el atractivo del film: “los guionistas Mark Andrews, Steve Purcell, Brenda Chapman e Irene Mecchi nos dan algo raro: una historia enteramente original que da la sensación de ser un cuento que nos leyeron de pequeños y que recordamos a medias”. Es una muy certera apreciación. Otra cosa es que yo no comparta su entusiasmo por el film y considere que ese aspecto es uno de sus aciertos pero también una de sus limitaciones.
Una vez más, depende de lo que uno espere de Pixar. Si el espectador se conforma con una estructura que resulta familiar y no le importa que el estudio que creó Toy Story (1995) ofrezca también el tipo de historias que Disney llevaba décadas produciendo, entonces tiene el disfrute está asegurado. En cambio, quien espere de Pixar creaciones de mundos asombrosos y una forma propia de concebir las películas aptas para todos los públicos que incluye abordar temas complejos, entonces es posible que Brave no satisfaga del todo sus expectativas.
Dicho esto, hay aquí mucho que apreciar. Hay sentido del humor, hay una hábil reinterpretación de elementos de cuentos tradicionales y, sobre todo, hay una heroína-princesa que no se conforma con esperar pasivamente a sus pretendientes. Por otra parte, la animación en 3D es la mejor que se podía ver en el 2012 desde un punto de vista técnico y alcanzan cotas de realismo admirables. Sea en el pelo de la protagonista o en el movimiento de los animales o la vegetación, aquí Pixar ya había emprendido con éxito el camino hacia el fotorrealismo.
