Don Hall, Carlos López Estrada, Paul Briggs, John Ripa. Categoría: Película. |
Raya y el último dragón se suma a la creciente filmografía de Disney con protagonistas humanos no caucásicos, una vertiente cuya anterior entrega fue la estupenda Vaiana (2016) y que incluye películas tan logradas como Aladdín (1992), El jorobado de Notre Dame (1996), Mulán (1998), Lilo y Stitch (2002) y Tiana y el sapo (2009). Es otro paso más en la representación de la diversidad en la animación y en ese aspecto es muy bienvenida, aunque la que nos ocupa no es tan interesante como sus ilustres predecesoras citadas en este párrafo.
El guion es el aspecto menos convincente, puesto que sigue al pie de la letra fórmulas de sobra conocidas en el canon Disney. Esa sensación de familiaridad incluye también a personajes secundarios muchas veces vistos, como el niño espabilado, los que en una primera confrontación son antagonistas pero pronto se revelan como aliados y, por supuesto, esa coprotagonista con un rol cómico, el dragón Sisu, que es como Mushu en Mulán, o el genio en Aladdín, o Baloo en El libro de la selva (1967)… Claro que me recuerda más a Dory en Buscando a Nemo (2003) y su segunda parte.
En cambio, es muy apreciable que continúe la tendencia de protagonistas más activas y resolutivas que las de los clásicos de Disney. Una heroína acorde con los tiempos, cuyo objetivo no es emparejarse con el rey del lugar. Raya es una buena heredera de Moana.
En vista de lo poco arriesgado que es el guion, el aspecto más destacable de la película es su estética, entre otros motivos porque plantea el debate sobre la línea que siguen estudios como Pixar, DreamWorks Animation y Disney, para los que el fotorrealismo parece ser todavía una prioridad o una meta muy deseable. Aquí se nota claramente en el diseño de los espectaculares decorados y, sobre todo, de los rostros de los personajes, que la estética hiperrealista era un objetivo. Lo mismo ocurre con sus movimientos, que procuran ser lo más realistas posibles.
Cierto que técnicamente el resultado es asombroso, pero para quienes amamos la animación por su capacidad para hacernos ver el mundo a través de los ojos de los artistas implicados no es la opción más estimulante. Tengo la sensación de que sacrifica personalidad por realismo, aventura artística por naturalidad. Además, no parece la mejor opción a largo plazo, puesto que la tecnología avanza muy rápido y su búsqueda de fotorrealismo se verá pronto envejecida.
Dicho esto, los diseños de Sisu y de Tuk Tuk -mitad mascota, mitad medio de transporte- son un acierto y hay algunos pasajes, como la secuencia inicial, que sí emprenden alguna variación estilística, por mínima que sea.
Nominada en los Premios Oscar 2021 como Mejor película de animación, la edición en la que ganó Encanto.