ÉRASE UNA VEZ… EL HOMBRE (IL ETAIT UNE FOIS… L’HOMME).
9/10
Érase una vez… la vida (1987) posiblemente sea la más conocida serie de la saga Érase una vez. Su exploración del cuerpo humano es de lo mejor que existe en el ámbito de la animación televisiva para todas las edades. Sin embargo, antes de esa afortunada incursión en el interior de nuestra anatomía hubo una primera serie, igualmente destacada, que estableció la estética, el tono, el modelo de producción y buena parte de los aciertos de la franquicia. Me refiero a Érase una vez… el hombre, creada también por Albert Barillé, que es asimismo una maravilla.
El foco de esta primera serie fue la historia de la humanidad, desde la era de los dinosaurios hasta la década de 1920. Está tratada con la mezcla de afán didáctico, entretenimiento e inteligente sentido del humor que caracterizó el resto de entregas de la saga. El contenido, a pesar de haber envejecido, lo ha hecho poco y bien. De hecho, el capítulo final, que imagina el futuro y advierte ya sobre los peligros de la contaminación y el aumento del consumo, es particularmente clarividente, aunque errase en algunas proyecciones demográficas. Su valor artístico, no obstante, es muy notable y sus episodios se ven con mucho agrado. Es de esas propuestas que da gusto redescubrir junto a las nuevas generaciones o recomendar a la infancia.
Érase una vez… el hombre, por cierto, nos presentó ya a los personajes que protagonizarían las siguientes series -prácticamente con el mismo diseño- e introdujo el contador de años antropomórfico -un rectángulo con brazos y ojos- que retomó para varias de las entregas.