FARZAR.
8/10
En una de las primeras escenas de Farzar, uno de los personajes pregunta si la serie va a ser como Rick y Morty o como Futurama. Tristemente, no es como ninguna de las dos: ambas son mejores desde un punto de vista artístico. Al mismo tiempo, es bienvenido que no trate nunca de imitar esas dos esenciales propuestas de la animación para adultos y que Roger Black y Waco O’Guin sigan su propio camino en ese ámbito.
De hecho, si a algo se parece as a sus dos anteriores series, Brickleberry (2012) y Paradise Police (2018), de modo que aquí tenemos otra sucesión de chistes sobre sexo, multitud de planos con genitales masculinos y femeninos y grandes dosis de mal gusto. Es más, el guion es tan extremo y tan poco políticamente correcto que parece destinado a provocar dolores de cabeza entre los abogados de Netflix -mencionados, por cierto, en una de las numerosas rupturas de la cuarta pared-. Eso implica que, una vez más, solo es apta para quienes disfruten con la vertiente más deliberadamente ofensiva de la animación para adultos.
A pesar de todo, con Farzar se puede afirmar que a la tercera fue la vencida: es la más interesante creación de Roger Black y Waco O’Guin. Curiosamente, al apartarse por primera vez del mundo de los humanos y situar la acción en un entorno espacial en el que conviven humanos y aliens, satirizan con más eficacia que nunca la sociedad estadounidense. Pienso, por ejemplo, en el descacharrante episodio dedicado a las elecciones a Emperador del mal, que denuncia el racismo de los gobernadores para captar votos y se mofa de los ciudadanos con escaso espíritu crítico que votan por candidatos que no les convienen.
Dicho esto, la sátira no es la prioridad de los guiones y los chistes ingeniosos con minorías en un conjunto bastante primario cuyo aspecto más criticable es la abundancia de personajes sexistas.