SPICY CITY.
7/10
Cuando en la segunda mitad de los 90 hubo un primer boom de animación para adultos, impulsado en buena parte por el éxito de Los Simpson (1989), era lógico que alguna cadena acudiese a Ralph Bakshi, uno de los padres del cine de animación para adultos. Por lo visto, HBO estaba pensando en adaptar el famoso corto Jesus vs. Santa (1995), de Trey Parker y Matt Stone, pero la serie en cuestión, South Park, acabó recalando en Comedy Central. HBO, que comenzaba entonces a interesarse por ese ámbito animado -en 1997 estrenó también Spawn, de Todd McFarlane-, recurrió entonces a Bakshi, que al menos era ya ampliamente conocido entre los aficionados a la animación no apta para la infancia: su filmografía incluía títulos clave como El Gato Fritz (1972), Heavy Traffic (1973) o Los hechiceros de la guerra (1977).
Spicy City, su debut en el mundo de las series, es una antología en la que desarrolla seis historias ambientadas en un futuro distópico. Según oímos en uno de los episodios, transcurre en Neo Tokyo, la ciudad de Akira (1988), sí. La mayoría de tramas, y lo deja claro desde el inicio del primer episodio, tienen un trasfondo erótico o, directamente, se centran en el exhibicionismo de mujeres escultóricas con cintura de avispa y pechos grandes. En cuatro de los seis episodios vemos tetas y no hay una sola protagonista femenina que no muestre generosos escotes que marcan pezones. En fin, tratándose de Bakshi, el autor de la primera película de animación que obtuvo la calificación X, uno ya sabe a qué atenerse.
Sin embargo, a pesar de la evidente explotación del cuerpo femenino por parte de un artista que nunca se ha caracterizado por la sensibilidad en ese aspecto, Spicy City sí propone varias interesantes historias de ciencia ficción. El conjunto es irregular, pero hay al menos tres episodios atractivos o que plantean cuestiones que son cada vez más relevantes. Love is a Download, una historia de amor virtual en la red, es el más inspirado y de mayor vigencia. Además, es muy interesante cómo ilustra el entorno cibernético con un estilo de animación diferente del resto del episodio. Tears of a Clone, con una estética cercana a Ghost in the Shell (1995) en algunos aspectos; y Manos Hands, curiosa incursión en el humor negro, también son estimulantes.
A pesar de la tibia acogida crítica, la audiencia fue buena, de modo que HBO quiso renovarla por una segunda temporada. Eso sí, puso como condición que Bakshi trabajara con guionistas profesionales, en lugar de con el equipo de trabajo que él había reunido. Como se negó, la serie fue cancelada. Una pena, porque el concepto era atractivo y esa primera temporada, con sus limitaciones, es interesante y merece la pena ser revisada.