2002: Spirit: El corcel indomable (Spirit: Stallion of the Cimarron)

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Spirit: El corcel indomable (Spirit: Stallion of the Cimarron)amazonNetflixHBO

Kelly Asbury y Lorna Cook.
SPIRIT: EL CORCEL INDOMABLE (SPIRIT: STALLION OF THE CIMARRON).
8/10

Categoría: Película.
Guion: John Fusco y Michael Lucker.
Año: 2002.
País: Estados Unidos.
Género: Drama, Aventura, Musical.
Técnica: 2D.
Estudio: DreamWorks Animation; Bardel Entertainment, Stardust Pictures (animación adicional).
Idioma: Inglés.
Característica: Animales, Naturaleza.
Duración: 1h 26min.
Clasificación por edades: Todas las edades.
Streaming: Netflix.

Tras dos éxitos consecutivos, Chicken Run: Evasión en la granja (2000) y, sobre todo, Shrek (2001), DreamWorks Animation se topó con un segundo fracaso en taquilla. Como el anterior, La ruta hacia El Dorado (2000), fue también con un film en 2D, el estudio decidió entonces no seguir con la animación tradicional. Aun quedaba por estrenarse otro con esa técnica, Simbad: La leyenda de los siete mares (2003) -un fracaso aún más estrepitoso-, pero a partir de entonces se centró en los largometrajes en 3D. Una triste decisión para una compañía que había iniciado su andadura solo cuatro años antes. Claro que Disney realizó el mismo anuncio contemporáneamente, así que parecía un signo de los tiempos para la animación de Hollywood.

Sobre el porqué de su baja recaudación me ocuparé después, porque antes voy con lo que más me importa, su interés artístico, apartado en el que Spirit: El corcel indomable es satisfactorio. Llama la atención su sencilla trama, casi minimalista, que prácticamente se puede resumir en la resistencia del caballo protagonista a ser domado o, dicho de otro modo, su lucha por ser libre. También es curiosa su estética realista, hasta el punto de que los caballos, que son los personajes centrales, no hablan: se expresan a través de relinchos y de expresivos gestos corporales y de sus cabezas.

Eso sí, el realismo es relativo, porque está más cerca de un film de Disney, como El libro de la selva (1967), que del crudo Los Perros de la Plaga (1982), dado que los diseños de los caballos, sin ni mucho menos llegar al antropomorfismo, incorpora facciones humanas, como cejas y hasta pestañas en el caso de las yeguas. Aún así, es muy meritorio el excelente trabajo de los animadores, que dotan de enorme expresividad a los animales, hasta el punto de que no es difícil imaginar qué sienten o qué tratan de comunicar.

Tan bueno es el trabajo de animación, que la película tiene dos problemas de redundancia relacionados justamente con ese aspecto. El primero es que no se atrevieran a prescindir completamente del lenguaje verbal para los caballos, de modo que de tanto en tanto hay una voz en off del animal protagonista. Cierto que son pocos y breves fragmentos, pero no dice nada que no hayamos visto o estemos viendo en ese instante. En fin, sigue siendo una producción de Hollywood de alto presupuesto y si Disney, en setenta años, y a pesar de su popularidad, no se había atrevido con una película muda, no iba a DreamWorks Animation a ser el primer estudio.

El segundo problema es aún peor y está relacionado. Me refiero a las canciones de Bryan Adams. Sin ser una maravilla, artísticamente no están mal, pero es que las obvias letras son aún más redundantes y explican, de manera más extensa que la voz en off, exactamente lo mismo que vemos en pantalla. Hubieran funcionado mucho mejor como instrumentales, pero claro, entonces la participación de Bryan Adams no hubiera servido para promocionar la película, que seguramente era de lo que se trataba.

Andrew Leal, en su análisis para el libro The Animated Movie Guide (2005), le otorga tres estrellas de cuatro y comenta su inusual tempo: “música aparte, el film es silencioso y modesto en muchos aspectos, lo cual es probablemente su punto fuerte y un antídoto al ritmo frenético, con excesivo argumento y repleto de acción de los ‘blockbusters’ veraniegos”. También menciona a algunos de los artistas implicados: “Paul Shardlow trabajó también en Orejas largas y en la secuencia ‘Den’ de Heavy Metal, mientras James Baxter es un ex-animador de Disney que supervisó a Bella en La bella y la bestia y a Rafiki en El rey león. Alex Williams es otro exalumno de Disney y también el hijo del famoso animador y director de animación de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Richard Williams”.

Creo que Andrew Leal da en la clave respecto a su fracaso en taquilla, porque tiene mucho que ver con un ritmo, un tono y una sencillez que nunca habían predominado en la animación de los grandes estudios peor menos aún en la era post-Shrek. Paradójicamente, fue el éxito de DreamWorks Animation con el inicio de la saga Shrek, que acostumbró al público a un gag por minuto y constantes referencias a la cultura pop con los adultos en mente, lo que se lo puso muy difícil a un film como este que no tenía ni una cosa ni la otra. Una lástima, porque es una estupenda alternativa que no tuvo continuidad más allá del cine independiente.

Reseña Panorama
Puntuación
8
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