Lee Unkrich. Categoría: Película. |
Perry Seibert comienza su crítica para Allmovie con este párrafo: “Para ser una de las más queridas franquicias cinematográficas para niños de la historia, las películas de Toy Story se centran en una crisis existencial un tanto profunda: ¿eres un juguete de verdad si nadie juega contigo? Toy Story 3 encuentra una manera más de acercarse a esta importante cuestión filosófica con una engañosa ligereza que deja una infantil sonrisa marcada en tu rostro -excepto cuando los cineastas quieren sacarte unas lágrimas-. Ese párrafo resume la esencia de Pixar, el estudio que ha logrado hablar de cuestiones complejas -la inteligencia artificial en WALL·E (2008), la vejez en Up (2009), el funcionamiento del cerebro en Del revés (2015)-, de un modo que resulte atractivo a espectadores de todas las edades.
Toy Story fue la primera saga de Pixar en llegar a la tercera entrega, algo inusual en un estudio que hasta entonces se había centrado en los proyectos originales. Claro que se le perdonaba la insistencia con la pandilla de juguetes liderada por Woody, pues fue la que inició su conquista mundial del ámbito de la animación 3D, su columna vertebral. Además, las tres son excelentes desde un punto de vista artístico y fueron muy bien recibidas por el público: Toy Story 3 superó a Shrek 2 (2004) para convertirse en la película animada de mayor recaudación, récord que mantuvo hasta el estreno de Frozen: El reino del hielo (2013).
Lo que más nos interesa, de todos modos, es el aspecto artístico, que es casi tan deslumbrante como en las dos entregas precedentes. Es inevitable tener cierta sensación de ya visto en algún pasaje, pero la historia de John Lasseter, Andrew Stanton y Lee Unkrich -tres de los seres humanos que mejor conocen la saga- que desarrolló Michael Arndt amplía creativamente las posibilidades de este universo en el que los juguetes están vivos.
No solo plantea la cuestión de si uno sigue siendo un juguete aunque no jueguen con él –Andy, adolescente a punto de irse de casa para estudiar en la Universidad, parece llevar más de una década sin abrir el baúl de los juguetes-. Plantea otra cuestión igualmente sugerente: ¿un juguete debe seguir disponible para su dueño original, aunque sea a costa de permanecer en una caja en el ático, o debe en cambio ser disfrutado por otros niños? Toy Story 3 responde a esta cuestión explorando dos alternativas, la donación de juguetes a una guardería y el regalo a otro niño, a las que saca un enorme partido.
Lee Unkrich, codirector de Toy Story 2 (1999), Monstruos, S.A. (2001) y Buscando a Nemo (2003), mostró aquí su talento como narrador en su debut en solitario. Si el guion de Arndt está repleto de aciertos, es su labor como director la que pasa con gran habilidad de las escenas más divertidas -gana el Señor Patata con su doble aparición como tortita y pepino- a las más emotivas -el brillante desenlace-. Además, está muy bien que asumieran ciertos riesgos, como en la espectacular secuencia del vertedero, más oscura de lo habitual en Pixar incluso teniendo en cuenta la acción de Los increíbles (2004)- o a la hora de mostrar la vida en la guardería como un régimen dictatorial de tintes militares.
El desenlace es tan redondo y concluye tan eficazmente la historia de estos juguetes, que casi cuesta aceptar que Pixar emprendiese Toy Story 4 (2019). Menos mal que esa cuarta entrega es también estupenda y siguió ampliando la mitología de la saga.
Nota: aunque incluir español en la versión original evidenció la importancia para Hollywood del pujante mercado hispanohablante, la versión hispana de Buzz Lightyear no deja de ser un estereotipo andante -es un machote seductor que baila al ritmo de guitarras-. Casi parece un anticipo del protagonista de El gato con botas (2011).
Nota 2: qué grata sorpresa el homenaje a Studio Ghibli con el cameo del protagonista de Mi vecino Totoro (1988), la obra maestra de Hayao Miyazaki.