Entrevista a María Cristina Pérez

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María Cristina Pérez es una autora colombiana de cine independiente que, con su cortometraje de graduación, Añejo, logró selecciones en más de 50 festivales. Le siguieron Coffee Break (2018) y el asombroso Todo es culpa de la sal (2020), este último seleccionado en la sección Panorama del Festival de Annecy de ese mismo año. Es una de las cineastas que incluí en el artículo de directoras iberoamericanas clave del ámbito animado.

¿Qué animación te gustaba especialmente cuando eras pequeña?

Veía sobre todo series de animación que pasaban por televisión, como Rugrats, Cuentos de los Hermanos Grim, Los Picapiedra o Pokémon.

¿Cuándo comprendiste que querías dedicarte a la animación y qué te llevó a esa conclusión?

Yo estudié cine, por lo tanto, la animación no era el enfoque principal de mi carrera, pero siempre estuvo presente mediante el dibujo y las clases artísticas que tenía. Mi decisión por la animación se dio casi a mitad de mis estudios, cuando descubrí algunas obras animadas que me dejaron maravillada, como el trabajo de Sylvain Chomet, Amanda Forbis, Wendy Tilby, Florence Miailhe, Gianluigi Toccafondo, entre otros. Comprendí que la animación era la forma en la que mejor podía expresarme sin necesidad de grandes presupuestos, y aunque parecía imposible hacer una animación, porque los tiempos de producción son todo lo contrario al live-action, decidí lanzarme a hacer una animación para graduarme, y de ahí salió mi primer cortometraje, Añejo.

Cuando revisas tu primer corto, Añejo (2014), ¿qué piensas de él? ¿Qué te aportó ese trabajo inicial?

Fue un trabajo muy importante para mí, le tengo mucho cariño porque fue mi primer cortometraje en animación. Empecé a hacerlo un poco contra todo pronóstico, porque se trataba de darme cuenta si podía con todo el proceso, los tiempos, la metodología y todo lo que significa hacer una animación tradicional. Fue un proceso casi autodidacta de cerca de cuatro años, en el que me encontré con muchos desafíos, con buenas y malas decisiones, pero sobre todo fue un aprendizaje, no solo en animación, sino en producción, promoción, distribución y festivales. Lo más importante de Añejo, es que me abrió un mundo nuevo y un camino que sigo descubriendo y recorriendo.

¿Por qué quisiste colaborar con Mauricio Cuervo Rincón en Coffee Break (2017)? ¿Cómo fue la experiencia de dirigir un guion ajeno?

Mauricio había escrito el guion mucho tiempo atrás, de hecho, lo había pensado para que fuera en live-action; él también es guionista y director de live-action. Cuando terminé mi primer corto, volví a leer el guion de Coffee Break y me encantó, inmediatamente pensé que era perfecto para hacerse en animación. A él también le gustó la idea y juntos llegamos rápidamente a la decisión de trabajarlo en animación, incluso yo le propuse que fuera co-director, porque él estaba mucho más cercano a la historia, ya que surgió de experiencias personales. En general, fue un proceso muy grato, que se fue dando orgánicamente, ya que juntos trabajamos en cambiar varios elementos en el guion para acercarnos mucho más a la animación y a la técnica, y para potenciar el concepto.

¿De dónde surge la idea de Todo es culpa de la sal (2020)?

La idea nace de pensar en las fragilidades de las relaciones familiares, en los comportamientos que no nos gusta mostrar y que se quedan en la intimidad de las familias; situaciones que nos afectan, o con las que afectamos a los demás, y que están en lo profundo de la convivencia familiar, que puede ser a veces muy salvaje.

Fue la segunda vez que recurriste a animales antropomórficos para ilustrar los personajes. ¿Qué te interesa de ese recurso?

Me gusta trabajar con animales antropomórficos porque para la animación es todo un deleite, además de un recurso visual maravilloso, para jugar con diseños, colores y formas. Pero el factor principal para esta decisión, parte de reforzar el concepto básico y trabajar para la historia que se está contando. En Coffee Break y Todo es culpa de la sal, sentí que era indispensable que fueran animales y que se comportaran como humanos, porque se trataba de hablar de la dualidad de lo humano y lo salvaje, y hacer una metáfora de lo que significa ser humano. Se trataba, en ambos casos, de indagar sobre nuestros comportamientos sociales.

¿Qué puedes adelantarnos de tu primer largometraje, Mi papá el camión? ¿En qué parte del proceso se encuentra?

Mi papá el camión es un largometraje de animación que está en etapa de desarrollo. Escribí el guion hace algunos años y ahora, con nuestra empresa, Pez Dorado Animaciones, estamos buscando aliados, coproductores y gente interesada en la animación para seguir desarrollándolo y poder hacerlo una realidad en pantalla. Se trata de una película de animación tradicional para público familiar, que habla sobre la relación de un padre con su hija, una relación rota, que se va construyendo a medida que los dos buscan un lugar en el mundo.

¿Cómo has visto la evolución de la animación independiente colombiana en la década que llevas perteneciendo a ese ámbito?

Es un panorama muy positivo porque ha crecido muchísimo. Aunque aún no hay una industria consolidada en Colombia, se ha venido fortaleciendo y formalizando el trabajo de muchos animadores independientes y empresas dedicadas a la animación. Se han venido consolidando, también, los procesos de formación, pues ya hay programas académicos de animación en varias instituciones educativas. También, hay canales de televisión pública produciendo más contenidos animados para todo tipo de público. Este era un panorama casi inexistente hace 10 años, en ese entonces se estrenaban unos pocos cortometrajes y, cuando mucho, había un par de largometrajes terminándose; ahora, hay una buena cantidad de cortometrajes estrenados anualmente, otros tantos desarrollándose, algunos largometrajes en desarrollo y producción, también algunas producciones de series animadas para televisión. En general, creo que todo este entorno de crecimiento se ha dado gracias a la ley de cine y los estímulos otorgados por el Fondo de desarrollo cinematográfico FDC, de Proimágenes Colombia, que es la principal fuente de financiación para cortometrajes y largometrajes de animación, junto con otros incentivos que existen actualmente para toda la industria creativa. Ahora podemos ver más propuestas, diversidad de técnicas y de historias, que tienen reconocimientos y recorridos importantes por festivales, y creo que con esta tendencia en aumento Colombia se va a ir posicionando en el mapa mundial de la animación.

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