2022: Mundo extraño (Strange World)

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Mundo extraño (Strange World)amazon

Don Hall, Qui Nguyen.
MUNDO EXTRAÑO (STRANGE WORLD).
8/10

Categoría: Película.
Guion: Qui Nguyen.
Año: 2022.
País: Estados Unidos.
Género: Fantasía, Aventura, Acción.
Técnica: 3D.
Estudio: Walt Disney Animation Studios.
Idioma: Inglés.
Característica: Viaje, Imaginativo, Familia, Steampunk, LGTBI.
Duración: 1h 42min.
Clasificación por edades: Todas las edades.

En los primeros minutos vemos una trepidante secuencia de acción en la que uno de los protagonistas casi muere, tecnología steampunk, un adolescente gay cuyo padre lo acepta tal y como es y tal cosa no provoca drama alguno, un perro con tres patas y una escena en la que la familia prepara la cena a ritmo de swing electrónico. Más adelante, el abuelo emplea un lanzallamas regularmente para matar a diversos seres, lo que uno esperaría ver en una de Quentin Tarantino -véase Érase una vez en… Hollywood (2019)-. ¡No parece una película de Disney! Cierto que en adelante nos va sumergiendo en territorio cada vez más familiar y tampoco se aparta tanto de lo habitual en las superproducciones del estudio, pero no da la sensación de ser un guion de manual y aún menos de caer en la vertiente clásica del estudio.

El aspecto más destacado de Mundo extraño es su estética. La animación 3D no va más allá de lo habitual en Disney durante la década anterior salvo por el lógico progreso tecnológico. También aquí se procura seguir en la senda del fotorrealismo para texturas, objetos de la vida cotidiana, vellos y vestuario, etc… Sin embargo, esa tendencia no particularmente estimulante está contrarrestada por el notable ejercicio de imaginación a la hora de diseñar la fauna y la flora del mundo fantástico en el que transcurre la acción. La galería de seres vivos, inspirados por los animales terrestres, marinos y voladores y por los microorganismos es un festín para los ojos. De hecho, por momentos recuerda a la fascinación que uno siente al descubrir las extravagancias de El planeta salvaje (1973) o de los elementos naturales personificados de Juan, el paladín (1974).

Para terminar con el apartado visual: el plano final es un bello acierto y supongo que, a pequeña escala, produce un efecto similar a la primera vez que se ve una foto del planeta Tierra. Sin embargo, el aspecto de los personajes es decepcionante. Son como los diseños que hemos visto multitud de veces desde que comenzó la hegemonía del 3D en Hollywood.

En general, aprecio la voluntad de apartarse de los modelos imperantes de Disney: 1) historia con princesa; 2) números musicales al estilo de Broadway; 3) los dos a la vez. Pertenece, en cambio, a los siempre bienvenidos intentos del estudio de explorar otros territorios, como en Fantasía (1940), Tarón y el caldero mágico (1985), Atlantis: El imperio perdido (2001), El planeta del tesoro (2002) o Big Hero 6 (2014) -esta última por ser una adaptación de Marvel-. El resultado es el largometraje de Disney más original desde Vaiana (2016), aunque se queda lejos de los hallazgos de Zootrópolis (2016) a pesar de que ambos procuran aunar entretenimiento con cierto compromiso social -esta vez, una perspectiva ecologista y respetuosa con los seres vivos-.

Por seguir con las peculiaridades de la trama: me parece meritorio que proponga una idea de cierta complejidad -la naturaleza de ese mundo extraño que visitan los personajes centrales- y que la sorpresa revelada en la parte final haga de esta película una versión fantástica de una serie didáctica muy popular en los 80 -no puedo precisar para no desvelar nada-.

Vamos ahora con la construcción de la familia. Que uno de los protagonistas sea homosexual, primera vez que tal cosa ocurre en una película animada de Disney, es estupendo. Sitúa finalmente a la compañía en el siglo XXI. Recibe además puntos extra puesto que ese mismo personaje es mestizo -su madre es de tez negra-. ¡Ah!, y su homosexualidad es mencionada brevemente y no afecta para nada su comportamiento ni cómo este es retratado, así que no hay siquiera un amago de convertirlo en un símbolo LGTBI. Si lo he puesto como etiqueta en el apartado de características de la cabecera es por lo que tiene de novedoso en un filme de la compañía.

Por otra parte, del mismo modo que en la televisión familias bien avenidas como las de Bob’s Burger (2011) o The Great North (2020) han tomado el relevo del modelo disfuncional propuesto por Los Simpson (1989) o Padre de familia (1999), algo similar ocurre aquí, donde vemos a un núcleo familiar -padre, madre e hijo- que se lleva particularmente bien y que es todo comprensión. Hay cierto conflicto, pero es mínimo y, de hecho, un tanto endeble. No es que en Disney abunden las miradas irreverentes a la familia, pero sí es un cambio considerable respecto a las madrastras de clásicos como Blancanieves y los siete enanitos (1937) o La cenicienta (1950). En cambio, me parece una pena que esa relación familiar se centre en la parte masculina -abuelo, padre y nieto-, como si solo importase que ellos tengan buena relación. Impresión similar a la que tuve en otro intento de modernizar el “cine familiar” animado de Hollywood, Los Mitchell contra las máquinas (2021).

Lástima, eso sí, que las buenas intenciones, el esfuerzo en el apartado visual y la imaginación de la trama se den de bruces con un guion cuyo desarrollo es poco aventurado, con una creación del universo que no siempre está bien contada y, sobre todo, con diálogos trillados y más bien pobres. Al menos Don Hall y Qui Nguyen camuflan un pelín esas carencias con buenos detalles de puesta en escena. Pienso en el mencionado plano final o esa escena donde la nave en la que viajan los protagonistas es mecida por unos peculiares seres como si estuvieran bailando un vals -que, no por casualidad, es justo el tipo de música que suena en ese momento-.

Reseña Panorama
Puntación
8
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