Eric Leighton y Ralph Zondag. Categoría: Película. |
Cuando Disney estrenó Pocahontas en junio de 1995, esperaba lograr una segunda nominación al Oscar, tras La bella y la bestia (1991), y una recaudación cercana a la recién obtenida con El rey león (1994). Al fin ya al cabo, era una de sus más ambiciosas producciones hasta la fecha y había reunido a los más experimentados animadores del estudio. Aunque le fue bien, no consiguió ni una cosa ni la otra. Más revelador para los jefes de Disney debió de ser, sin embargo, que Toy Story, estrenada a finales de ese mismo año, le superase en estima de la crítica y, sobre todo, en taquilla.
Es muy posible que la compañía del ratón se dijese que la animación 3D iba a ser la nueva técnica hegemónica en el ámbito comercial, como así ha ocurrido, y que merecía la pena invertir en esa nueva vertiente, de modo que en 1996 compró el estudio de efectos visuales Dream Quest Images y creó The Secret Lab con una mezcla de especialistas en animación por ordenador y animadores con experiencia en los dibujos animados y el stop motion. El objetivo: crear el primer film de Disney enteramente realizado en 3D. En cierto modo, era la culminación de una nueva era que comenzó en Tarón y el caldero mágico (1985), primer largometraje del estudio, en orden de estreno, que recurrió a efectos sintetizados en ordenadores.
Disney apostó decididamente por el proyecto, que se convirtió en su más caro largometraje animado, y optó por un planteamiento de admirable ambición: combinar los dinosaurios en 3D con decorados no animados, filmados en diversos entornos naturales alrededor del globo. Era una ruptura estética con su anterior filmografía, pero no con una larga tradición de avances técnicos, fuese el perfeccionamiento de la cámara multi-plano a finales de los 30, el empleo de xerografía en 101 dálmatas (1961), el ya mencionado uso de ordenadores a partir de Basil, el ratón superdetective (1986) o la introducción del coloreado digital de Los rescatadores en Cangurolandia (1990) en adelante.
Dinosaurio se ve envejecida, como el resto de cintas en 3D de esa época, pero recuerdo muy estar en un cine para ver Toy Story 2 (1999) y quedarme asombrado con el largo trailer que Disney incluyó antes de su proyección, que consiste en los primeros minutos de este film. En el momento de su estreno, el logro tecnológico era espectacular y podía compararse dignamente con Pixar. Un ejemplo: la simulación del pelaje de los lémures, que tantos problemas le dio a su estudio hermano en Monstruos, S.A. (2001), está aquí bastante bien resuelto. No tan bien, pero bastante bien. Donde más se notan las limitaciones es quizá en el movimiento de los dinosaurios, que no es tan fluido como sería ideal.
La película no solo fue una sorpresa por su estética. También por la renuncia a un tono predominantemente infantil o a canciones alegres. Salvo por la secundaria presencia de los lémures, ni siquiera habría pequeños respiros en este dramático contexto o mínimas incursiones en la comedia. El conjunto es oscuro y muestra la crueldad de la naturaleza con un realismo cercano al de Orejas largas (1978), por ejemplo. No es, eso seguro, la naturaleza de Tarzán (1999) y menos aún la de El libro de la selva (1967). Hay escenas que muestran animales muertos en descomposición y feroces batallas entre dinosaurios que quizá resulten excesivas para los más jóvenes espectadores.
Lástima que Disney no completó la osadía prescindiendo de diálogos: tras los cinco brillantes minutos iniciales, parte del encanto se pierde cuando los primeros animales empiezan a hablar. Era mucho pedir. También es una pena que, tras el prometedor primer acto, el resto se desarrolle de un modo tan poco imaginativo y, para colmo, terriblemente predecible, pues el parecido con En busca del valle encantado (1988) en el argumento -que no en el tono- es evidente.
Dinosaurio no fue del todo bien en taquilla, así que Disney aparcó su incursión en la animación 3D hasta Chicken Little (2005). Fue, por cierto, la segunda decepción consecutiva de una película animada protagonizada por dinosaurios: Steven Spielberg se había estrellado con Rex: Un dinosaurio en Nueva York (1993).
Andrew Leal, en el libro The Animated Movie Guide (2005), otorga a la película dos estrellas y media de cuatro y afirma lo siguiente: “aunque el paralelismo con la más infantil En busca del valle encantado de Don Bluth es obvio, Dinosaurio le debe más a Bambi, con su motivos de paso a la madurez, romance y los retos físicos para liderar la manada. La secuencia de ‘La consagración de la primavera’ de Fantasía también es evocada indirectamente en varias de las escenas de lucha. Estas escenas son a menudo bastante cautivadoras. Sin embargo, la caracterización del líder de la manada antagonista, por ejemplo, está insuficientemente desarrollada”.